Después de recibir su dinerito de Amanecer y echárselo a la bolsa, don Sebastián Sánchez decidió meterse a una cantina llamada La Sirenita, que está a unos pasos del trébol del Lacandón, y ahí refrescar la garganta en estos días tan calurosos y tan llenos de bochorno.
Pero primero fue una y luego otra, y luego luego otra, y cuando se vino a dar cuenta lo que había cobrado ya se había volatizado.
Salió a la calle y sintió que todo le daba vuelta y mientras se los platico, Sebastián se fue de picada rumbo al suelo lleno de piedras y sacó de premio una santa descalabrada y perdió por minutos el conocimiento del tremendo golpe que se dio en la parte media occipital del cráneo.
Esto ya fue bien entrada la noche, pues el reloj marcaba las 23.30 horas.
De suerte pasó una patrulla de la policía municipal y dio aviso a base CRED, llegando Benjamín, Samuel y Julio a bordo de la PC-4 y suturaron la herida que llegaba a los 6 centímetros en la parte ya señalada.
Con dificultad para hablar, don Sebastián dijo que vivía en barrio Bellavista y que tenía 65 años y que no se acordaba qué había pasado. Cuando le practicaban la curación, este hombre ya se estaba quedando dormido, pues sintió muy cómoda la camilla de la ambulancia.
En el lugar en donde se cayó, dejó exceso de sangre ahí tirada.
Pero primero fue una y luego otra, y luego luego otra, y cuando se vino a dar cuenta lo que había cobrado ya se había volatizado.
Salió a la calle y sintió que todo le daba vuelta y mientras se los platico, Sebastián se fue de picada rumbo al suelo lleno de piedras y sacó de premio una santa descalabrada y perdió por minutos el conocimiento del tremendo golpe que se dio en la parte media occipital del cráneo.
Esto ya fue bien entrada la noche, pues el reloj marcaba las 23.30 horas.
De suerte pasó una patrulla de la policía municipal y dio aviso a base CRED, llegando Benjamín, Samuel y Julio a bordo de la PC-4 y suturaron la herida que llegaba a los 6 centímetros en la parte ya señalada.
Con dificultad para hablar, don Sebastián dijo que vivía en barrio Bellavista y que tenía 65 años y que no se acordaba qué había pasado. Cuando le practicaban la curación, este hombre ya se estaba quedando dormido, pues sintió muy cómoda la camilla de la ambulancia.
En el lugar en donde se cayó, dejó exceso de sangre ahí tirada.
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